lunes, 8 de junio de 2009

Me asaltó la duda con un revolver del 44

Disculpen, pero me asaltó la duda

Me asaltó la duda, insolente y caradura. Lo hizo sin más. Utilizó un revolver del 44 como lo hizo Joe en aquella canción, pero esta vez para poder inquirirme sin dilación alguna y hacerme pensar. Qué jodida la duda. En el momento menos oportuno va y nos asalta, y es que hay momentos en que oiga usted, simplemente no procede.
Verán, soy mujer, 28, soltera, con eso que hoy día denominamos estudios y con algún pecado que otro confesable. Me han asaltado muchas dudas a lo largo de estos años, algunas me dejaron sin blanca en el acto, a otras les tuve que firmar un contrato de permanencia, y otras tantas iban de farol con un triste e inofensivo índice apuntándome desde el bolsillo semiabultado de su chaqueta.
Esta última, la del 44, vino y me apuntó disparando la siguiente lindeza, ¿es la igualdad, igual para todos?
Toma asalto.

Por ende,

Querida Bibiana:
Usted, mujer amplia de este siglo que nos atañe, el de las libertades que oprimen a las libertades de los demás, el del ser asexuado que no percibe la diferencia entre sexos, el siglo de lo virtualmente tangible, y el de las realidades y relaciones intangibles.
Querida Bibiana, ministra nuestra en la igualdad para las unas y no para los otros, de las miembras y de la carne de miembrillo.
¿Debemos autocensurarnos a la hora de hablar, escribir, en definitiva, comunicar y expresar mediante cualquier medio, cuando nos referimos a uno de los dos sexos? Parece ser que sí. Pero tan sólo con uno en concreto.

La inspiración sesgada se percibe agria e inoportuna, por quienes tienen por bandera la A como sufijo indiscutible para cualquier palabra – palabro. Las que ven en cualquier desnudo o insinuación del cuerpo femenino un claro acto de humillación hacia la mujer.
Los cuadros de Tiziano, Manet o Bacon, ¡sacrilegio! Tapad a esas mujeres indefensas y desamparadas ante la mirada del otro, que eso no es arte, eso es una vergüenza inconexa de un tiempo regido por falos.
Relegad al olvido a Gilda, a la Victoria de Samotracia, a la Maja desnuda, y si os ponéis tontos, a la vestida también, a todas las Pin Ups, y por tanto, a Marilyn Monroe, y su proyección a nuestros días en la sexta.

No usareis el cuerpo de la mujer en vano. No.
No comercializareis sus encantos en ningún spot, anuncio en prensa, o cuña de radio. No.
No me fastidies. No.

Y es que, a veces, este tema se está llevando a un terreno insostenible. Y es que no puede haber igualdad cuando no se percibe el mismo asalto contra el contrario del ring. Porque la radicalización no es beneficiosa ni jocosa. Porque llegar a estas alturas del cuento de Ricitos de oro y los tres ositos es, cuanto menos, retrógrado. Sí, es rizar el rizo. Y menospreciar lo que tiene por naturaleza un precio justo y equitativo. Vocear lo contrario nos hace daño a todas / todos.

Por tanto, me veo obligada al auto reproche con las de mi acera si quiero elaborar para un público “x” un mensaje “y” que teóricamente conlleve el hipoentendimiento de la blasfemia hacia el sexo femenino.
Ejemplo de censura en el siglo XXI:
Retirada de emisión de un diálogo en radio en el que, a modo de piropo, se diga por parte de un hombre, chico, anciano, adolescente:
Ey chica tienes un buen Volvo.
(Volvo: fabricante de automóviles de lujo fundada en 1927 con sede en Gotemburgo, Suecia)
Ni mucho menos mi intención. Ni mucho menos este es mi fin.

Coño con la duda.